Inspirado en el chou: Otra mirada a SER ESTANDO MUJERES / Lume Teatro

Por Jaramar Soto



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Vestirse del otro como revelación de sí mismo. ¿Será posible?”
 
Ana Cristina Colla, Ana Cristina, Ana.
Hija de Ana, nieta de María, nos cuenta de la memoria única y de la memoria compartida.   
Esa memoria que nos da forma, como si fuésemos de plastilina. 
Esa memoria que es como una corriente de agua profunda y oscura 
que existe muy dentro de nuestro vientre, en el centro del cuerpo.
Y nos invita a escuchar, a sentir, a cantar con ella con nuestra voz interior.
Nos invita a abrir la puerta y entrar en ese espacio de muchas mujeres 
de cuerpos ensombrecidos por el dolor, el humo y la saliva.
Ella, con su voz, con su cuerpo, con sus ojos que no dejan de sonreir, con su grito, 
nos entrega un canto primario.
Y le creemos, porque es verdad.
 
Abrimos la puerta y entramos.
Salimos de nuestro pequeño mundo para entrar en los de esas mujeres, tan lejanas, 
que Ana Cristina abraza desde adentro.   
Ella se viste con su piel y con un grito de atención nos advierte que, 
si la memoria duele, es porque esta viva en todos nosotros, y nos sigue hablando.  
Y debe seguir haciéndolo, porque es esa memoria la que nos da forma, l
a que no se debe perder si queremos seguir construyéndonos día a día.
 
Y nos anima a tomar la tierra en nuestra mano, para luego dejarla escurrirse 
entre los dedos mientras cantamos una canción de cuna, así quedito, cerquita, 
para atrevernos a soñar.
Sueños en los que es importante recordar los consejos de la abuela y de la madre.
 
“Atrévete a crear un mundo más divertido, sin reglas ni hora de dormir”.
“No hay dolor en este mundo que un labial rojo y un vestido lindo no arreglen”
Ese me gusta tanto, no lo quiero olvidar.
 
Y en ese viaje, cuál será el camino de vuelta? 
Al inicio hay que amarrar un hilo, e irlo desenrollando para no perdernos; y para hallar 
la ruta de vuelta a los orígenes, a las historias, a la memoria.
Al perfume de rosas.
A los abrazos de la madre, de la abuela.
A su voz.
A no olvidar.
 
“Quisiera tener ojos de vidrio para mirar la transparencia de las cosas”
 

 (Fotos: FiCHo)

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